HIC NOSTER LOCUS PUGNARE EST

lunes, 20 de septiembre de 2010

Escuelas tomadas, paros docentes, en todos lados se debate sobre la educación. Mientras tanto la SEA organiza un encuentro sobre literatura gótica…

Y EL RESTO ES SILENCIO

Una treintena de escuelas tomadas por cinco semanas, dos días de paro docente, una movilización en conmemoración de La Noche de los Lápices con cerca de 15000 participantes, debates en los medios de comunicación entre (por un lado) los periodistas oficiosos del sistema y los funcionarios del reaccionario gobierno de la Ciudad y (por el otro) adolescentes y sus padres: la sociedad civil toda,  debate la educación pública.
La SEA, el organismo que nuclea a los trabajadores de la palabra no dice nada. Nada. Ni participan en las movilizaciones. Ni un comunicado. Ni una adhesión. Nada.
No estamos pidiendo, claro, que la SEA se ponga la cabeza de este reclamo, pero sí que acompañe. Y no pedimos que ese apoyo sea de cualquier especie, sino que explote las particularidades de nuestra tarea.
El año pasado, en un acuerdo la gestión Narodowski del Gobierno de la Ciudad, la SEA recorrió escuelas bajo la consigna Leer es despertar. Ahora, que esos chicos de quince y dieciséis años se despertaron sin nuestra ayuda, que dejaron sus teléfonos celulares para organizarse en defensa de la educación pública, crear nuevos centros de estudiantes, generar proyectos y practicar la solidaridad, las ideas y el debate; la SEA no se acercó a ellos, ni para leer, ni a dar un taller de narrativa o poesía, ni nada.
¿Esa lucha no nos convoca? ¿O vamos a dejar que el debate político entre los intelectuales sea exclusividad de Carta Abierta?
¿O es que la educación  no es nuestro tema? Y si es así: ¿quién esperamos que nos lea?, ¿cómo esperamos que nos lean?
Nuestra pregunta es, en definitiva, qué se hace con la literatura, el pensamiento, la cultura en general, mientras se vive en una ciudad que condena al hambre a los hombres y mujeres que han decidido dedicar su vida a la educación, que no arregla los lugares donde se enseña y se aprende, que no escucha las voces de los alumnos hasta que no se encierran en un escuela y cuelgan una bandera de la puerta.
Nuestra pregunta es o puede ser, qué vamos a decir en la poesía, la novela o el cuento en que estamos trabajando si las aulas están rotas, los docentes mal pagos y cuando los pibes y las pibas se ponen de pie y dice que así no, que no quieren, que basta, que no les gusta, los escritores permanecemos callados, ajenos, pensando en castillos y vampiros.
Porque a pesar de que nos parezca remoto, nosotros también hemos aprendido a leer y a escribir en escuelas públicas, hemos estado sentados frente a una maestra que a duras penas llegaba a fin de mes y que, aun así, nos preparó para que después llegaran Walsh y Borges, Faulkner y Kafka.
La SEA hace silencio. Un silencio estruendoso.
Tenemos que elegir. Elegir si somos artistas autistas o trabajadores de la cultura que realizamos nuestra tarea en esa patria de la palabra que es la literatura. Y elegir también si queremos una que mutual que sólo opere como espacio de tertulias o un sindicato de las escritoras y los escritores.
De más está decir cuál es nuestra opción.
¿Cuál es la de las autoridades de la SEA?

Corriente Sindical de Escritores HAROLDO CONTI
Buenos Aires, 20 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

POR UN SINDICATO DE LOS ESCRITORES

La Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA), surgió en 2001 como necesidad de un numeroso grupo de escritoras/es (...) de encontrar una organización que realmente nos representara y sus primeros objetivos fueron recuperar la memoria y reivindicar a las escritoras y escritores de las últimas generaciones argentinas, ésos que muchas veces pagaron con su vida (o con la persecución y el ostracismo) el costo de su elección estética, política y existencial y construir y fortalecer una entidad gremial de los escritores, para lo que se impulsaron planes de lectura, se armó en la sede la Biblioteca Graciela Cabral, se editaron los volúmenes Palabra Viva y se motorizó (y motoriza) la Pensión para el Escritor. Hasta el año 2008, junto con estas iniciativas, la SEA también tuvo actitudes solidarias otros trabajadores de la cultura, como en el caso del Teatro Colón, los talleres culturales que quiso cerrar el Gobierno de la Ciudad o la represión a docentes en Neuquén. Estas acciones de apoyo (aunque extremadamente tibias, casi siempre en forma de declaraciones) parecían indicar una intención de la SEA de pensar a los escritores como trabajadores de la cultura, pero poco a poco, esa línea de intervención se fue diluyendo. Nuestra intención es, entonces, retomarla y profundizarla.
Nos parece incomprensible que la SEA haya dejado de acompañar las iniciativas y conflictos de otros trabajadores de la cultura, como la apertura de la universidad popular en la fábrica recuperada IMPA, las diversas luchas que se dieron en el marco de Educación de Ciudad desde el affaire Ciro James o el conflicto del diario Crítica. En cada uno de estos casos le hicimos llegar nuestra inquietud a la Comisión Directiva, pero no obtuvimos respuesta. Cuando, buscando otro camino, preguntamos de qué manera podíamos participar activamente en la vida político-gremial de la SEA, nos dijeron que pasáramos alguna tarde por la sede. Pero ahí no había mucho para hacer más que pagar la cuota.
Queremos aclarar que no desmerecemos las iniciativas que viene llevando adelante la SEA (de hecho nos llena de orgullo pertenecer a una organización que lleva adelante iniciativas como Palabra Viva o la Pensión para los Escritores) pero creemos que para cumplir realmente aquellos objetivos fundacionales - fortalecer una entidad gremial de los escritores y recuperar la memoria- es necesario, retomando la tradición tipos como Hector Agosti, Raúl Larra, Liborio Justo, Luís Franco y más acá Haroldo Conti, Humberto Constantini, Rodolfo Walsh, Mario Kordon, José Luis Mangieri, Paco Urondo y tantos otros, reconocernos como trabajadores y unir nuestras tareas con los de los demás trabajadores (de la cultura, primero, y trabajadores en general, después) para que la SEA vaya siendo, cada día menos una Sociedad y más el Sindicato de los Escritores de Argentina.
Convocamos a los escritores argentinos, entonces, a construir la Corriente Haroldo Conti, tanto dentro como fuera de la SEA, y dar juntos la pelea para que volvamos a pensarnos como miembros de una clase, la que los hombres y mujeres que producen, acentuando lo que singulariza nuestra tarea y también lo que tenemos en común con los demás trabajadores, para desde ese lugar de pertenencia, buscar las alternativas a un sistema que ya no tiene respuestas.


Buenos Aires, septiembre de 2010